¿Tienes dudas de casarte?
¿Hasta qué punto deben cambiar las cosas cuando una pareja se compromete? Existen algunos aspectos que seguro son diferentes: tu novio y tú están a punto de unir cada aspecto de sus vidas para siempre.
Si han vivido juntos por algún tiempo, las cosas se volverán, por decirlo de alguna forma, oficiales. Ya no sólo será el amor lo que los una, sino también la ley y sus respectivas religiones. Por ello, es normal sentir nervios, pasar por etapas de ansiedad, arranques de euforia, periodos de seriedad… Es como cuando empiezas a enamorarte de alguien, como siempre que empieza una etapa importante y nueva en nuestra vida.
La presión de los preparativos puede llegar a sacar lo peor de tu carácter y del de cualquier persona. Sin embargo, si tu pareja y tú tienen la confianza requerida para contraer matrimonio, probablemente no será la primera vez que vean al otro de mal humor. En este punto de su relación, deberían respetarse lo suficiente, de comprenderse y de aceptarse, para continuar juntos ante cualquier situación y de apoyarse.
Hay algunas cosas que no deberían cambiar, ni durante el compromiso ni después de la boda. Y hay comportamientos a los que debes estar atenta, pues puede que no sean temporales. Una conducta radicalmente distinta a las que conocías en tu novio, situaciones que te hacen sentir incómoda, condiciones que parecen surgir de manera espontánea pero que entran en conflicto con tus convicciones… Y, sumamente importante: por ninguna razón condones ningún tipo de conducta que te haga sentir agredida.
Es importante que sigas tu instinto y que te escuches a ti misma: si estás cuestionando tu futura boda, es por algo. Por supuesto, hay algunas preguntas de último minuto que son habituales en los futuros esposos y esposas, y que suelen ser inquietudes pasajeras. Sin embargo, todos tus pensamientos deben ser tomados en cuenta y, si algo te parece importante, es porque lo es.
Puede que algunos de tus cuestionamientos no sean sobre tu novio, sino sobre ti misma: ¿estás preparada para este paso? ¿Es el hombre correcto? ¿Y si no puedo realizar mis proyectos después de casarme? El matrimonio requiere de madurez y de estabilidad mental, espiritual y hasta económica, dependiendo de la dinámica de tu relación. Si no crees que sea un buen momento, piensa con cuidado.
Tampoco te precipites a dar por terminada tu relación: quizás sólo necesiten esperar un poco más. Reflexiona detenidamente sobre tus sentimientos y sobre su relación: quizás su noviazgo no fue tan bueno como su amistad previa, o sólo lo has conocido como novio y no pudieron cultivar una complicidad que fortaleciera su actual relación. Que tengas dudas sobre casarte no significa, necesariamente, que no quieras a tu pareja: quizás el problema radica en otra cosa.
Es importante que sepas que, a pesar de lo avanzados que estén tus preparativos, del dinero que ya se haya gastado, de las invitaciones y confirmaciones que ya se hayan recibido… A pesar de que este es un momento muy importante para ti y de que estás feliz y emocionada, y de que quisieras seguir adelante… A pesar de todo, si sientes temores o dudas sobre tu matrimonio, nunca es demasiado tarde para suspenderlo.
Por supuesto, te sentirás triste. Y quizás pocas personas comprendan tus razones. Sin embargo, nadie debe presionarte a hacer algo que no estás segura de hacer.
Antes de llegar al registro o al altar, recuerda que casarte es una decisión que involucra mucho más que una fiesta. El día B es sólo una celebración simbólica: un ritual que tiene que ver con la fe en su amor y una fiesta en la que se celebra el romance.
El matrimonio es algo mucho más profundo, mucho más trascendental.
Casarte implica compenetrarte con el otro, aceptar y comprender su forma de ser, sus demás relaciones, sus necesidades y sus objetivos. Y, por supuesto, ser comprendida y amada de la misma manera. Si hay algo que te gustaría cambiar o mejorar de tu relación, no esperes a estar casada, porque difícilmente sucederá entonces. Sé clara contigo misma desde ahora.
En última instancia, si no consigues determinar cómo debes proceder, toma las medidas que consideres necesarias: comunícate con tu novio, charla con tus seres queridos y, en caso de que te sientas triste o angustiada, considera visitar a un terapeuta. Hablar de lo que sientes puede resolver muchas cosas, y escuchar a las personas que te quieren te dará nuevas perspectivas. Eso sí, la última palabra la tienes tú. Recuerda que lo más importante es tu bienestar, no sólo ahora, sino en el futuro, y debes actuar pensando en ti misma.
Josue
Un principio para casi cualquier decisión, sobre todo algo tan determinante como el matrimonio es: ante la duda, es mejor abstenerse.
Los que estamos enamorados y prestos a casarnos dentro de poco tiempo estamos experimentando esas tan trilladas frases que antes no comprendíamos: "Llegará la indicada", "cuando llegue, lo sabrás". Y son verdad, no hay lugar a dudas.
Me parece que, tal como señala la nota, es importante hacer a un lado, por un momento, emoción, costumbre, inercia y euforia, para ponerle ojo clínico a la situación actual con su pareja. En este caso no se refiere a simples diferencias de opinión respecto a qué color de mantel se va a usar en las mesas, o si se hará fiesta o no. Cosas que sólo requieren llegar a acuerdos, luego de negociar respetuosa y amorosamente.
Considerandose el uno al otro con amor y paciencia. De lo que hablamos aquí, para pensar en un cambio de planes es cuando lo que está de por medio son diferencias irreconciliables de convicciones. Por ejemplo si son de diferentes religiones, en algún momento surgirá el conflicto, si no han acordado de si quieren tener hijos y cuántos, quién trabaja o no trabaja, incluso hay casos en los que uno de los dos realmente no se quiere casar y si lo hace es por complacer. En todos estos casos hablamos ya de situaciones que tarde o temprano darán un fruto amargo y doloroso, y es mejor evitar. Como dice José Martí en ese fragmento: “¿Por qué ha de hacerse –con gran riesgo de la ventura de la vida- punto de honor que los que han sido novios sean cónyuges? –El honor mismo exige que no nos pongamos en condiciones de faltar a él- ¿Sobre la mera simpatía, -esa mera mariposa- ha de construirse cosa tan maciza como un hogar? ¿Y si la mariposa bate las alas?, -¿y si vuela?- ¡Caprichosillo insecto! –hacia otro sol más vivo que el primero lo sedujo? ¿No pueden hombre y mujer equivocarse? ¿Ha de pagarse con el malestar de toda la vida la vanidad de no querer confesar un error? –Vale más desgarrarse un poco el alma, cuando se está aún en época de cura, que arrastrar dentro del pecho sus jirones rotos cuando no se está ya en época de curarse. –Ni cabe aducir excesos de imaginación, -que la razón queda siempre libre, aún en medio de esas mágicas nubes azules y rosadas. –No ha de fundarse con la imaginación lo que ha de resistir luego los embates de la razón. La razón es una piqueta, la imaginación –¿otra mariposa?-“.
Ahora bien, respecto al texto de Martí, cabe hacer la aclaración que en lo personal no creo que el amor sea una mariposilla que va de aquí para allá. Creo más bien en el amor decidido, pensado y comprometido, no excento de emoción para nada, pero con los mejores resultados a largo plazo.
La receta que probamos y que es recomendada por un conferencista llamado Jefrey de León y no recuerdo quién más, que hace no mucho también leía, para lograr un matrimonio exitoso es esta:
Amistad larga + Noviazgo corto = Matrimonio para toda la vida.